Crónica de un viaje inolvidable a Jaén 

Por Juan Manuel, Vocal de Cultura de la ASF 

Con un frío invernal de esos que anuncian que noviembre encara su recta final, iniciamos viaje el viernes 21 de noviembre de 2025. Éramos un magnífico grupo de la Asociación Sagrada Familia, ilusionados por visitar  la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jaén, Guarda y Defendimiento de los Reinos de Castilla, la histórica «capital del Santo Reino». 

Allí, con los brazos abiertos, nos esperaban nuestros compañeros y amigos de la Vocalía de Jaén de la ASF, con María José Martos y Carlos Ruiz al frente de una amplia y entusiasta representación de la asociación. 

Su acogida fue tan cálida como sincera. Se habían volcado en preparar cada detalle de la visita con mimo, afecto, expectación e ilusión. Y aquello se sintió nada más llegar a la Plaza de Santa María, donde, bajo la imponente presencia de la Catedral de la Asunción, el Palacio Episcopal y el Palacio Municipal, ambas expediciones se fundieron en un abrazo que llevaba tiempo queriendo darse. 

Hacía falta un encuentro así: cercano, festivo, emocionante y profundamente unificador. 

Patricia y Helena: nuestras guías hacia la historia viva 

Allí conocimos a nuestras dos guías: Patricia, hija de nuestra compañera  Marta “de Martos”, y Helena (como ella dice, “con H de Helena de Troya”). Dos profesionales excelentes, preparadas, simpáticas y con un don especial para transmitir amor y emoción por su tierra. Con ellas, cada rincón de Jaén cobró vida: su patrimonio se nos reveló cargado de alma, leyendas, misterios y siglos de historia. 

La Catedral: luz, fe y arquitectura hecha eternidad 

Patricia y Helena se colocaron al frente de sus grupos y, antes de franquear la puerta de la catedral, compartieron unas palabras que nos conectaron con el pasado profundo de la ciudad. Hablaron de íberos, romanos, visigodos, musulmanes; de la taifa de Yayan; de Fernando III el Santo y de una urbe donde convivieron cristianos, judíos y musulmanes. 

La historia —nos dijeron— sigue latiendo en las piedras de Jaén. 

Al entrar, la luz que descendía desde la cúpula nos envolvió. Fue un instante casi sagrado. Patricia nos explicó cómo este templo es hijo del  esplendor de los siglos XVI al XVIII, levantado donde antes estuvo la mezquita mayor. 

Helena añadió la figura del genio renacentista Andrés de Vandelvira, cuya planta de salón, luminosa y perfecta, marcó para siempre la arquitectura sacra española. 

Bajo la cúpula, levantamos la vista.  

Patricia relató cómo las obras atravesaron crisis y parones hasta que, en el siglo XVII, el cardenal Moscoso y Sandoval impulsó la culminación del crucero y la consagración en 1660. 

Helena completó la historia con la fachada barroca de 1688, el coro rococó del XVIII, el tabernáculo y el Sagrario de Ventura Rodríguez.  

El Santo Rostro y los balcones  que bendicen a la ciudad 

La emoción se hizo más intensa frente a la Capilla del Santo Rostro. Patricia narró la tradición de Santa Verónica y el paño milagroso. 

Helena explicó la singularidad arquitectónica de los 62 balcones —interiores y exteriores— pensados para mostrar la reliquia y bendecir a la ciudad cada 15 de agosto.  

Desde los pasadizos superiores, contemplamos Jaén iluminada: un mar de luces que justificaba aquel apodo tan hermoso: la catedral de la luz. 

Personajes, leyendas y un trascoro con deseo
Helena nos llevó ante la tumba de San Pío I, único papa enterrado fuera de Italia. 

Patricia evocó la figura fascinante de Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, obispo poderoso, benefactor de obras, cuya muerte originó una historia tan insólita como real: su cuerpo estuvo 366 años sin ser enterrado. 

Frente al trascoro barroco de José Gallego (1733), Patricia nos desvelo la tradición de La Virgen de las Tijeras. Más de uno buscó el pequeño utensilio pintado, esperando que la tradición hiciera su magia, que dice que quien encuentre las tijeras  pintadas en la esquina inferior izquierda-junto al costurero-puede pedir un deseo, y la Virgen se lo concederá. 

Ambas guías se miran,  sonríen y cierran la visita: Esta catedral, dicen: “no es solo un edificio, no es solo piedra, es una historia de paciencia, fe, luz, historia, alma y belleza. Una obra construida generación tras generación... y hoy os pertenece también a vosotros, que la estáis descubriendo y ahora tambien forma parte de vuestra propia memoria.” 

Los Baños Árabes: un viaje al esplendor oculto

Tras salir de la catedral, recorriendo calles del centro, Patricia y Helena nos guiaron hacia los Baños Árabes, los más grandes de Occidente. Nos contaron su historia:  

Fueron construidos en el siglo XI y hoy se esconden en los sótanos del Palacio de Villardompardo, ocupando nada menos que 450 metros cuadrados. Explican que algunos detalles decorativos almohades revelan que fueron restaurados hacia finales del siglo XII. 

Tras la conquista cristiana de 1246, nos dicen que los baños siguieron funcionando durante un tiempo, aunque entre los siglos XIV y XV perdieron su uso original, pues los cristianos instalaron allí unas tenerías, cuyos restos aún pueden verse en las salas Templada y Caliente. 

Con la cercanía que las caracteriza, Patricia y Helena relatan cómo, a  finales del siglo XVI, el Conde de Villardompardo construyó su  palacio encima, dejando los baños ocultos durante siglos. 

Con una sonrisa, cuentan la anécdota del redescubrimiento: en 1913, durante una inspección para el Catálogo Monumental, se halló una parte de los baños. Poco después, en 1917, el arqueólogo Manuel Gómez Moreno los estudió y recomendó su declaración como Monumento Nacional. 

No sería hasta principios del siglo XX cuando la Diputación de Jaén, al intervenir el edificio para ampliar sus dependencias, alteraría aún más lo que quedaba del antiguo hammam.  

La visita culminó en la terraza del palacio, donde Jaén, nocturna y brillante, nos regaló una de las imágenes más bellas del viaje: la catedral, las iglesias, el castillo de Santa Catalina y la Cruz, suspendidos en la oscuridad como faros sobre el Santo Reino.

El refugio antiaéreo: memoria, emoción y silencio

Nuestra siguiente parada fue el refugio antiaéreo de la Plaza de Santiago, construido tras el terrible bombardeo del 1 de abril de 1937. 

Patricia y Helena, con enorme sensibilidad, nos contaron que el refugio que visitamos, situado en la Plaza de Santiago, fue construido  aprovechando las antiguas criptas de la iglesia del mismo nombre y podía  albergar a más de un millar de personas en sus pasillos estrechos. 

Tras la guerra quedó en el olvido, deteriorado y silencioso, hasta que fue recuperado como un espacio para comprender mejor la Guerra Civil, honrar la memoria histórica de Andalucía y promover la reflexión en torno a la paz. 

Mientras avanzábamos por sus pasillos, las fotografías del bombardeo, los testimonios de la época, portadas del Frente Sur y los versos de Miguel Hernández —entre ellos su conmovedor CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS, con su lamento por las “tristes guerras si no es amor la empresa”— nos envolvieron en un ambiente de profunda emoción. 

El momento más sobrecogedor llegó cuando apagaron las luces.
En absoluta oscuridad, escuchamos el sonido de los motores y las explosiones de la Legión Cóndor. Un estremecimiento colectivo nos recorrió. 

Salimos del refugio con una mezcla de tristeza y gratitud: tristeza por la memoria del dolor, y gratitud por la oportunidad de comprender mejor, a través de una visita tan humana, la importancia de la paz, la convivencia y un profundo respeto por quienes vivieron aquella tragedia y con un renovado compromiso con la paz. 

El Arco de San Lorenzo: la historia que sigue respirando

Bajo el Arco de San Lorenzo, último vestigio de una antigua iglesia de los siglos XIII y XIV, alli 

descubrimos un lugar donde la historia aún respira.  

Un templo que fue uno de los más importantes de la ciudad. Aunque hoy solo se conserva una pequeña capilla, su interior guarda artesonados y azulejos moriscos que cuentan, con silenciosa belleza, la mezcla de culturas que formó esta tierra. 

Nos narraron un espacio cargado de memoria: el velatorio del rey Fernando IV “El Emplazado”, es imposible no sentir cómo la historia pesa en el aire, la leyenda de los Carvajales. 

Siglos más tarde, en sus muros se celebró el bautizo de Maximiliano de Austria. También descansan allí personajes clave de la historia jiennense,  como Juan de Olid. 

Y por supuesto, las leyendas que Patricia y Helena relataron con maestría: 

“Nosotras siempre decimos que, en esas noches frías en las que el viento parece hablar entre las callejas, nos cuesta imaginar a aquel joven enamorado que, después de despedirse de su novia, se topó con un clérigo muy distinto a lo que parecía. Lo que empezó como un simple favor para ayudar en misa terminó convirtiéndose en un encuentro aterrador... porque, claro, descubrir que el “cura” solo tenía huesos bajo la sotana no es algo que se olvide fácilmente. 

Y nos dicen mientras lo contamos, solemos mirar a quien nos escucha y decirle con una sonrisa: en Jaén, cuando cae la noche, nunca sabes si te cruzas con un vecino... o con un alma que aún no ha encontrado descanso.”....nos heló la sangre y nos hizo sonreír. 

Así es Jaén: misterio y ternura, historia y emoción. 

El arco, declarado Monumento Nacional en 1877, resistió el paso del tiempo y hoy es un umbral mágico hacia  siglos pasados. 

Patricia y Helena nos comentan “no solo cruzas un arco: atraviesas siglos de historias que siguen acompañando a quienes, como vosotros, se detienen a escucharlas y donde sentimos la magia del arco de San Lorenzo.” 

Y fue ahí donde se despidieron de nosotros, no si antes darles un magestuoso, sentido, merecido y calido aplauso, por iluminar la visita tan maravillosa que nos habian realizado. Agradecidos por su cercanía y por la luz con la que llenaron nuestro itinerario. 

Sin duda un gran recuerdo. 

Una cena para el recuerdo y una despedida con futuro 

Ya de noche, disfrutamos de una magnífica cena en El Loco, donde la calidad del menú y la excelente atención pusieron el broche perfecto a una jornada excepcional. Entre risas y conversaciones, hablamos de la Comida de Navidad del 13 de diciembre en Granada y del Concierto de Año Nuevo del 24 de enero de 2026, dos citas esenciales para nuestra ASF. 

Nuestro presidente, Miguel Mendoza, dedicó unas palabras emotivas: la tarde y noche vividas — dijo— no debían ser una excepción, sino un hábito. Jaén debía recuperar el lugar que siempre le correspondió dentro  de la asociación. Agradeció el esfuerzo de todos y, especialmente, el de la Vocalía de Jaén por su entrega y hospitalidad. 

Pasada la medianoche, parte de los visitantes emprendimos el regreso. 

Conclusión: Jaén nos ha hechizado 

Fue una noche mágica. Jaén nos ha cautivado, nos ha llenado de ilusión y de admiración por su patrimonio, su cultura y su gente. Atesoramos esta experiencia como un regalo compartido, un recuerdo que permanecerá vivo mucho tiempo. 

Gracias a todos por hacerlo posible. 

Un abrazo afectuoso,

Juan Manuel Cara
Vocal de Cultura de la ASF